lunes, 15 de febrero de 2016

DANZA ORIENTAL I

Antigüedad

La danza oriental es una de las danzas más antiguas del mundo, que combina elementos de diferentes países del Medio Oriente y Norte de África.

En los países árabes esta danza se conoce como Raks Sharki (danza oriental); el nombre de danza del vientre se empieza a utilizar en el silgo XIX por los europeos que viajaron a los países exóticos en busca de nuevas culturas, costumbres y paisajes. Estos viajeros acuñaron este término sorprendidos por los movimientos de vientre y caderas que no existían en las danzas europeas, un poco encorsetadas. Hoy en día, danza del vientre se ha convertido en una traducción literal de belly dancer, término utilizado por los ingleses, lo acertado sería denominarla danza oriental, ya que por un lado no sólo se mueve el vientre, y por otro engloba muchos estilos de danza, en los que en alguno de ellos no se le da importancia al vientre.

                                                                                                                               
 
Raks sharki

Hay testimonios escritos de descripciones de bailes del Oriente Medio que parecen detallar los mismos pasos de la actualidad. Encontramos también, arcos infinitos y espirales dibujados en los torsos y las extremidades de las figuras humanas que se encuentran en restos de cerámica antigua, templos y estatuillas de hace más de 6.000 años; la mayoría encontradas en Oriente Medio, patria de la danza oriental.

La danza oriental nos llega como un legado de la evolución de los bailes más antiguos del mundo. Hoy en día es uno de los más diversos; detrás de este término se encuentran varios estilos procedentes de diferentes países con rasgos comunes, de distintos continentes (Asia, África y Europa; más adelante América debido a la emigración), bañados por el mar Mediterráneo (Turquía, Líbano, Jordania, Israel, Arabia Saudí, Irán, Irak, India…; Egipto, Túnez, Marruecos, Libia, Argelia…; España, Croacia, Grecia, Rumanía…).

En algunos pueblos de la antigüedad se pensaba que la fertilidad humana estaba directamente relacionada con la tierra, las mujeres, creadoras de nuevas vidas, se las creía poseedoras de poderes mágicos. Por ejemplo, en Turquía las mujeres tenían danzas rituales en honor a estos poderes mágicos relacionados con la fertilidad, en la antigua Grecia y Roma se realizaban diferentes danzas de la fertilidad basadas en la rotación de las caderas y vientre, algunas de ellas en honor a las diosas; en Chipre, lugar de nacimiento de Afrodita, diosa Griega del amor y la fertilidad, las mujeres realizaban danzas rituales sensuales acompañadas de cantos y percusión mediante las cuales se ponían en trance; ritos similares se realizaban en Mesopotamia, Fenicia, Egipto, Arabia, la India…

Durante el siglo IV d. de C. el cristianismo y el islam pasaron a dominar el Medio Oriente. Aunque tomaron ciertas fiestas y ritos paganos y se los apropiaron adaptándolos a la nueva religión, también destruyeron los rituales con culto a las diosas y trataron de eliminar las danzas femeninas relacionadas con la sexualidad y la fertilidad.

Algunos investigadores relacionan la danza oriental con los ritos religiosos prehistóricos, ceremonias para propiciar la fertilidad de los campos y de las personas. En la búsqueda del origen de las danzas no ayuda que durante mucho tiempo los historiadores evitaran fijarse en el papel secundario que tenían las mujeres, olvidadas frente a los grandes guerreros, los logros de los cazadores y los líderes de las tribus.

Sin embargo algunos antropólog@s y arqueólog@s, al igual que historiador@s (como Marija Gimbutas, que sostiene la existencia de un matriarcado en la Europa antigua en su libro  “Las diosas vivientes”), nos muestran un cuadro muy distinto de lo que fueron las sociedades prehistóricas.

  
Marija Gimbutas

Mujeres que daban a luz, alimentaban a los recién nacidos, se enamoraban, se enfrentaban a los enemigos y a la muerte… Representadas y veneradas en muchas religiones antiguas como diosas madres (ej: Venus de Willendorf, Austria).
                                                                 
 
Venus de Willendorf

La danza como expresión corporal y emocional, da sus primeros pasos de la mano de la religión y comienza a formar parte de la vida diaria de las sociedades (ceremonias religiosas como en bodas, festejos familiares, fiestas locales…).

Con la llegada de la agricultura, los grupos sociales fundan pueblos y ciudades, se vuelven sedentarios; se canalizan ríos, aparecen códigos de leyes, se construyen templos y la religión se diversifica. En los papiros y en las paredes de las tumbas egipcias se encuentran hermosas imágenes de bailarinas que realizan movimientos acrobáticos; en Grecia existían más de 200 danzas distintas para diferentes ocasiones (bodas, juegos atléticos, teatro, fiestas dionisíacas…);  en Roma existían danzas rápidas y desenfrenadas, realizadas en las fiestas dedicadas al dios Baco, dios del vino.

Las religiones se vuelven politeístas y la danza se asocia con la vida; hasta la llegada del cristianismo, donde la sombra de una mala reputación se cierne sobre la danza; por ejemplo con la historia de Salomé, hijastra del rey Herodes que danza delante de la corte en una fiesta y exige a cambio del cabeza de Juan Bautista.

En la Roma politeísta (año 150 a.C.) se cierran escuelas de danza porque se consideraba a esta actividad un peligro social. Destacados teólogos, como San Agustín de Hipona, condenan la danza y emperadores, como Carlomagno, la prohíben. Las mujeres tienen menos peso en la sociedad y el baile pierde consideración, aunque subsiste disimuladamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario