Edad Media
A las orillas del Mediterráneo,
entre los siglos VI y XV, había danzas en las que el movimiento de las caderas
era un elemento importante, representado en las estatuillas y dibujos que han
perdurado. Sin embargo, a ambas riberas había presiones sociales que hacían que
este tipo de bailes no estuvieran bien vistos, sobre todo por lo que se percibía
como un canto a la libertad sexual que ya no se correspondía con el papel de
las mujeres en estas sociedades.
Existe un amplio territorio que
tiene bailes con muchos puntos en común con la danza oriental. Se extiende
desde la India hasta Marruecos, pasando por la Ruta de la Seda, la cuenca
mediterránea e incluso Europa del Este y el Sur de la ex Unión Soviética.
Muchas regiones se atribuyen la
maternidad de este tipo de baile, pero lo cierto es que esta danza mestiza
tiene movimientos que encontramos en una multitud de culturas distintas. Mezcla
que se debe a las grandes migraciones frecuentes en la antigüedad, debido a la
pobreza, hambrunas, persecuciones sociales, a la expansión del islam, a las
rutas comerciales, llenas de artesanos y músicos; a los cuales, a estos músicos
y bailarines itinerantes, se les conocía con el término de “dom” que designa a los antiguos gitanos.
El flamenco bebe de distintas
fuentes, del idioma romaní, del estilo de hacer música de los árabes, de las
melodías tradicionales gitanas, pero también de los romances y poemas del norte
de finales de la época medieval; del peso de la comunidad judía instalada en
Andalucía y de países de religión no cristiana, como Egipto, heredando las
castañuelas originarias de los crótalos africanos tocados por los gypsies o
nawar.
Una tribu relacionada con los
gitanos egipcios son las ghawazi que
significa forastero o invasor y el término en singular ghaziya significa bailarina; a los ojos de los viajeros europeos de
los siglos XVIII y XIX, el ideal de bailarina seductora.
Ghawasi
Una de las explicaciones más
verosímiles dice que la terminología del flamenco viene de “felah mengu” (campesino huido, en árabe) haciendo referencia a los
moriscos expulsados de España. Al igual que el cante jondo, nos recuerda al mawal del mundo árabe, una técnica de
cando improvisado de solista, con fondo melancólico.
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