jueves, 3 de marzo de 2016

DANZA ORIENTAL II


Edad Media

A las orillas del Mediterráneo, entre los siglos VI y XV, había danzas en las que el movimiento de las caderas era un elemento importante, representado en las estatuillas y dibujos que han perdurado. Sin embargo, a ambas riberas había presiones sociales que hacían que este tipo de bailes no estuvieran bien vistos, sobre todo por lo que se percibía como un canto a la libertad sexual que ya no se correspondía con el papel de las mujeres en estas sociedades.

Existe un amplio territorio que tiene bailes con muchos puntos en común con la danza oriental. Se extiende desde la India hasta Marruecos, pasando por la Ruta de la Seda, la cuenca mediterránea e incluso Europa del Este y el Sur de la ex Unión Soviética.

Muchas regiones se atribuyen la maternidad de este tipo de baile, pero lo cierto es que esta danza mestiza tiene movimientos que encontramos en una multitud de culturas distintas. Mezcla que se debe a las grandes migraciones frecuentes en la antigüedad, debido a la pobreza, hambrunas, persecuciones sociales, a la expansión del islam, a las rutas comerciales, llenas de artesanos y músicos; a los cuales, a estos músicos y bailarines itinerantes, se les conocía con el término de “dom” que designa a los antiguos gitanos.

El flamenco bebe de distintas fuentes, del idioma romaní, del estilo de hacer música de los árabes, de las melodías tradicionales gitanas, pero también de los romances y poemas del norte de finales de la época medieval; del peso de la comunidad judía instalada en Andalucía y de países de religión no cristiana, como Egipto, heredando las castañuelas originarias de los crótalos africanos tocados por los gypsies o nawar.

Una tribu relacionada con los gitanos egipcios son las ghawazi que significa forastero o invasor y el término en singular ghaziya significa bailarina; a los ojos de los viajeros europeos de los siglos XVIII y XIX, el ideal de bailarina seductora.

Ghawasi

Una de las explicaciones más verosímiles dice que la terminología del flamenco viene de “felah mengu” (campesino huido, en árabe) haciendo referencia a los moriscos expulsados de España. Al igual que el cante jondo, nos recuerda al mawal del mundo árabe, una técnica de cando improvisado de solista, con fondo melancólico.

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